miércoles, 16 de marzo de 2011

Bariloche. 1999

13-01-99

Las nubes sobre Pampa Húmeda, son un estado de conmoción celestial, el efecto que fumo con dios desde un ómnibus confortable.
Supongo que después de las 20 hs. el sitio donde hay árbol y madera cruda, rota y estética, se puebla de formas servidoras de Ramakrishna, casi ángeles que ven a nadie en las granjas cercanas.
Así, se sientan en círculo, con las piernas extendidas hacia abajo (los espíritus flotan) y convergen sus manos en un punto. Donde brota un líquido azul fosforescente y entibia la tierra.
Recorro toneladas de pampa con solo dos ojos.

Con lana de pulóveres viejos, se tejen buenas ovejas. Con terciopelo, vacas negras y con algodón, las sombras de los difuntos.
Estuvimos cerca de chocar con un camión cisterna, último de una fila de veinte camiones cisterna.

Las aplasté. Creí que eran moscas pero resultaron ser palabras que materialicé en el aire con ayuda del aburrimiento. Ahora, tendré que echar mano a esas viejas frases hechas. Tal vez, narcotizarlas.

Cae el sol. El cielo y los colores del alcanfor, Un sembradío de ojos con ramas muy finas cubre toda la faz de este mundo. El sol con su mitad muerta, los hace llorar. Se autofecundan. Sus lágrimas  viscosas caen en el suelo de vidrio.



14-01-99


Despierto con el calor agobiante en Gral. Roca. Vastas plantaciones de árboles raros, cuyos frutos parecen fragmentos del infierno, recortados en forma parecida al corazón de los dibujos.
Supongo que este fruto fue el ofrecido a Adán por Eva. Parecido a su corazón (recién había sido dibujada por Dios), o a una simple manzana.

El río Limay es fuente de saber bebida del diablo huella gigante hecha a tridente, fuego y buen gusto.
Recibo un insoportable ataque de lo hermoso, que anticipa mi muerte, o mi museo de ella, aquí.


16-01-99


Tatuaje en la piel de Cata, tatuador tatuado.

Tyson marcando pantalla, tatuando el éter con una derecha suburbana.

Daniel protegiendo a su ángel de piel, y hablando del milagro de ser tatuada su mente con los ojos de su ángel.

La chica del diablo estampando su efecto en el resto de mis días.

Las montañas recortan la visión. Todo es azul.

El Diego es un eclipse. O sueño eterno de zurda tocando al sol entre las piernas de Dios.


18-01-99


Golondrinas brotan de la tierra y disparan sus cuerpos por todos lados.
Hora de comer, dicen y se adentran en el susurro del arroyo, paralelas a sus aguas.
Los insectos se entregan sin deformar la situación.
Algunas golondrinas quedan inmóviles en el aire, observando tal vez la carne del arroyo, que las excita con su imagen dolby: sus sombras en las piedras.
El sol se pone. Las montañas son.

Bautismo con Daniel en un arroyo.
Amancay amarillas imprimen la picada. Llegamos a una playita en un río manso. Y manso es el entorno. Mansos estamos.
Nos sumergimos. Algo sucede en mis huesos y en mi mente.
Sentado en una roca bajo el sol, escucho el son de dos cascadas pequeñas. Estéreo que pone fin a un ritual.
Mis ojos advierten formas y colores nuevos. Siento la montaña desangrarse.
Los oídos planean en la virtud del silencio y sus paréntesis. Olores suaves, paladar enrojecido por un mantram que convierte en flúo al primer sótano de mi cabeza.
Ritual. Acabo de exterminar a los santos digitales de mi niñez.

Ojos como cañas, satélites como peces. Hay pique. Vía Láctea derrama leche en polvo justo sobre nosotros. El cielo es un show de estrellas fugaces. Snifamos sus estelas. Entrecerrar los ojos es ver la trama magnética del cosmos.
Comenzamos a inventar constelaciones. En éxtasis.


19-01-99.  Llegada a Jacob


Recorremos un valle extenso. La picada se interna en un bosque de lengas y arbustos paradisíacos.
Subimos en caracol entre montañas con crestas llenas de puñales. Así, la zona se defiende de los ángeles. Vemos un cóndor redactando círculos en un cielo azul limpio.
Llegamos a una cascada que moja la roca y me señala como la próxima parada.
La laguna Jacob es como esos manjares a los que se agrega sal en demasía.
Y esa sal es gente que celebra el lugar de formas diferentes.
Todas en común desacuerdo con el paisaje.
Unos gritan su virilidad, otros se trompean luego de una discusión. A todo trapo, escuchan una canción de Los Piojos. Me conecto con ellos al escribir estas líneas.
Huimos con Daniel por unas picadas difusas llenas de piedras. Nos contaron que por aquí se llega a una laguna llamada Témpanos. El sol está por convertirnos en cuarzo líquido. Ya me hacía laburando dentro de una calculadora, cuando entro en coma y no puedo creer lo que estoy viendo.


23-01-99.  Colonia Suiza-Laguna negra


Suele haber maquetas en la mente que no se sabe si son ciertas. En el trayecto a Colonia Suiza, pasamos por el lago Moreno. Purgatorio en el que reposar antes de una abundante faena.
Carnicero vegetal contemplando su paraíso de vacas sin cuero.
Comienza la picada con subida en la que se deja la cerveza, el amor no correspondido, el cigarro y los templos.
El cielo arma un hueco entre los árboles, donde dormimos. Yo sueño con el carnicero que vende por un lado, piel de ángeles (buena para fabricar veladores porque tiene transparencias verdes y naranjas) y por otro, la carne (buena para hacer milanesas acompañadas con ensalada de fideos fríos, huevo duro, aceitunas y mayonesa)
El sol y unos ratones chiquitos me despiertan.
Vamos hacia el borde de una cascada lunar.

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